DESPEDIDA

    El próximo martes marcha el guardés de la escuela en la que trabajo. Cómo es anónimo para la grandísima mayoría de los posibles lectores de esta entrada, no es lugar para un perfil personal; pero sí es buena ocasión para exponer algunas ideas generales.

    Algún datillos para situar. El Sr. Evelio nació en un España, en un pueblo de Zamora, pero se pasó tantos años en Buenos Aires que todo en él rezuma argentino.
    Vino a parar a nuestra escuela tras salir huyendo de la situación insufrible de Argentina. Justo esta semana se cumplieron los 10 años de declararse el "corralito". Ahora vuelve a Argentina urgido por una nueva operación quirúrjica de su mujer. Entre medias de tumbo en tumbo, pero haciéndose un hueco en este mundo; a base de ingenio y trabajo.

    Sin entrar en más detalles. Una lección de vida. Evelio no puede decirse que haya tenido suerte en estos últimos años, ni mucho menos. Ello no tiene nada que ver con la pérdida del buen saludo, de la sonrisa sincera y de la disposición a compartir momentos de buena charla. Hace carne eso de que las lágrimas no te impidan ver las estrellas.


    Y otra lección. Ayer mismo me decía que estaba nerviosote, preparando todo, dejando todo y eligiendo qué llevarse. Tenía aún que repasar la maleta para reducir 6 kilos de cara al avión.
    En la vida acumulamos a montones cosas y cosas a nuestro alrededor. Todas buenas, algunas necesarias y otras imprescindibles. Ellas nos permiten llevar una vida mejor. Pero también se nos pegan al cuerpo y nos impiden caminar fluidos.

    Todos deberíamos encontrarnos en nuestra vida algún pasaje que nos haga tirar lastre. Se viaja y vive más ligero.



    Los maestros en ello son los monjes trapenses (creo que eran ellos, y supongo que lo harán otras órdenes). Para evitar el apego a las cosas, cada cierto tiempo les obligan a cambiar de celda (habitación). En ese cambio solo pueden llevarse lo que les quepa en sus manos (sin bolsas): una Biblia y poco más. Eso sí, pueden dejar en su habitación otras cosas de regalo para el que llegue.

    Feliz sábado, sabadete... se me comporten
    Saturnino

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