ULTIMAS VOLUNTADES

    Está claro que esto de la muerte nos acongoja un mucho a casi todos.

    Y así no es raro de ver al ayer vivo y solo hoy muerto y muy acompañado.

    O al que de vivo no se le tenía en cuenta más que a un cero a la izquierda, de muerto se tiene en cuenta sus deseos hasta la última coma.

    ¿Cuánto se le debe hacer caso al muerto? ¿y si el ahora muerto estaba loco en vivo? ¿hasta cuánto hay que interpretar la voluntad del fallecido?...

    Parece que está claro... que lo que el pobrecito difunto quisiera... va a misa.

    Sepan, por ejemplo, que los que lean La Eneida están participando en torcer la voluntad del malogrado Virgilio. Gracias a Dios en su momento algún familiar o conocido cercano trasgredió esa última voluntad y no acabó en la lumbre.

    Pues sobre esto de las últimas voluntades va la anecdota, ya de hace algún tiempo, que me contó Mª Eugenia (otra vez salvándome la entrada sabatina).

    Cuentan que una viejita, ya viendo próximo el final de sus días, recordó a sus hijos que para cuando llegara ese día último, la amortajaran con el traje que había hecho para la ocasión y que guardaba en la parte alta del armario bien empaquetadito.

    La buena mujer se fue a mejor puerto.

    Los hijos se auparon al armario, extrajeron el paquete, lo abrieron y ¡¡¡¡¡OSTRASSSSSSSSS con la viejita!!!!!...



    ... traje completo de flamenca: con sus coloridos brillantes, sus volantes, sus roeles, sus encajes, sus collares y pulseras, sus flores, su peineta y to'.




    Tras el primer silencio, vino el follón: ¿qué hacemos?. 

    El hijo que no, que no y que no... que mi madre no va a ir haciendo el ridículo vestida así dentro de su ataud. 

    Las hijas que sí, que sí y que sí... que si esa era la ilusión de su mama... y que a los muertos no se les debe torcer su voluntad. 
    Si así lo quiso, así se debe hacer.


    Y efectivamente, así se hizo.

    Así la amortajaron, 
    así la enterraron 
    y de esa guisa se le presentó la buena mujer a San Pedro y su llavero.




    Los días pasaron, la casa de la anciana se vendió, y al remover el armario... se encontraron un paquete caído al fondo...





    ...con UN HÁBITO DEL CARMELO, 
    con su escapulario, 
    con su correa, 
    y con una nota con las últimas instrucciones.






    ¡¡¡TIERRA TRÁGAME!!!



    Feliz sábado, sabadete... se me comporten.

    Saturnino.

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