LUTO

    Los humanos somos, en grandisima parte, sino todo, nuestras relaciones: casado, hijo de, amigo, trabajo en...
    Desde hace dos jueves tengo una nueva relación que me identifica: soy huérfano. Medio huérfano, para ser más exacto, de padre en concreto.

    Todo está bien. Cómo decía mi hermano todo está bien si se mantiene el escalafón... si son los hijos los que entierran a sus padres y mejor aún ya talluditos. Todo está bien, si la señora de la guadaña pasa a visitar a edades que corresponden y mejor si lo hace sin dejar ningún sufrimiento último.

    No de ahora sino de siempre me he preguntado cuanto tiempo se tarda en superar el dolor que deja la muerte de un familiar, de una persona muy cercana. No digo lo de que nunca se olvida, por supuesto, digo la intensidad del acontecimiento (en mi caso menos dolor del que siempre habia pensado, pero si el pensamiento continuo, el recuerdo continuo, la imagen continua en la mente). En estas tierras cristianas nuestras (no sé en otras) estas cosas se "celebran" con un novenario, nueve días... y yo siempre he defendido, sin basarme en nada, la verdad, que si así está puesto de siempre será por conocimiento popular, y que nueve días son un buen tiempo para que se afloje ese dolor, ese duelo.

    Ya digo, estos días se me llenan de recuerdos e imagenes buenas, no dolorosas, incluso que producen la sonrisa en la boca. Entre muchas imágenes y recuerdos, describo uno. Mi padre ,entre otras varias aficiones, tenía la de pintar acuarelas (muy bueno, por cierto, aunque nunca quisó pasar el límite de ser aficionado). Su "obsesión", si se quiere decir así, LA LUZ Y EL COLOR. Su mago, Sorolla, y su manejo de la luz. Y en busca del dominio del color, se pasaba horas y horas y horas ensayando "gamas" en cualquier trocito de papel....
    Bueno, pues recuerdo en Ávila, siendo yo pequeño, salir todos los días media hora antes de la puesta de sol, para acercarnos al puente del Adaja y hacer una acuarela de la muralla y un palomar que hay frente a ella justo con la luz que tienen los edificios en el mismo instante del crepusculo, en el que todo vira algo a carmín. Esa luz sólo dura 2-4 minutos. Al rato a recoger y a volver al día siguiente a poder seguir con el cuadro otros minutos en el instante indicado.
    Las acuarelas son rápidas. Pues esta duró sus largooooooooooooosssssssssss días.

    Algo parecido se contaba en la pelicula de "El sol del membrillo" sobre el trabajo del pintor Antonio Domínguez.

    Feliz sábado, sábadete.... se me comporten
    Saturnino

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